La competitividad de los países habla mucho de ellos en cuanto a cómo se desenvuelven en los mercados, las características que tienen y si es conveniente o no invertir en ellos.
De esto, surgen diversas aristas con las cuales se mide la competitividad de un país. El último Índice de Competitividad Global (IGG, por sus siglas en inglés) ubicó a Chile en el lugar N° 33 entre 141 países, posición que se ha mantenido en los últimos años y que pone de manifiesto algunos pilares débiles que Chile tiene para poder avanzar en el ranking.
En la figura más arriba se puede apreciar que los pilares más débiles son: Capacidad de Innovación y Adopción de Tecnologías de Información. Estos dos pilares han sido fundamentales en este periodo de pandemia y postpandemia, más aún, la adopción del teletrabajo traza una ruta hacia un mundo empresarial más digital, el cual requiere de emprendedores que estén desarrollando nuevas tecnologías o grandes empresas que permitan implementar estas. A partir de ello, si Chile potenciara estos pilares más débiles, podría superar ampliamente a países que lo anteceden en el ranking.
Esto nos muestra que las empresas chilenas no están adoptando nuevas tecnologías en sus modelos de negocio. Por lo menos, no tan rápido como el promedio de los países pertenecientes a la OCDE.
Esta diferencia, puede tener variadas explicaciones, pero nuestra experiencia en diagnosticar brechas tecnológicas nos ha mostrado que las empresas, en general, no conocen las distintas soluciones que ofrece el mercado para las distintas necesidades que esta pueda tener. Algunas de estas soluciones están etapa de pilotaje o bien validando su modelo de negocio, pero la tecnología está.
Mejorar en este ranking presupone también muchas ventajas. Más que un simple numero, significa la forma en que el país será visto ante el mundo y por lo tanto la capacidad de negociación para invertir en él. Por lo tanto, afecta directamente a las empresas, la capacidad de conseguir capital y la rapidez con la que estas pueden proliferar.